SINESTESIA
EN NUESTRA FAMILIA
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
1
Desde
mi más tierna infancia percibo que los días tienen diferentes colores y
tamaños. Por mucho tiempo pensé que era algo no muy normal; sin embargo, luego
supe que se trataba de una condición denominada sinestesia, especie de
variación inocua de la percepción, la cual se encuentra en una de cada cien
personas. Aunque otros afirman que es una persona por cada dos mil.
Para
mí los días son unas franjas: el lunes delgado y amarillo, el martes es rojo,
el miércoles es blanco, el jueves es rojo, pero más oscuro que el martes, el
viernes es también rojo, pero más claro que los días anteriores de ese mismo
color, el sábado es blanco, pero más claro y largo que el miércoles, y el
domingo es rojo pero pequeño y con forma de batería gruesa de linterna.
2
La
sinestesia, como concepto de la biología, es la captación de una misma
sensación a través de distintos sentidos. Etimológicamente la palabra proviene
del griego y se compone de los vocablos (sin-), que significa “junto”, y
(aísthesis), que quiere decir sensación. Pero desde el punto de vista de la literatura
es una figura retórica en la cual se le atribuye a un objeto, carente de los
cinco sentidos, una sensación: “días amargos”, “minutos dolorosos”.
3
Una
persona sinestésica puede oír colores, ver sonidos y percibir sensaciones
gustativas al tocar un objeto con una textura determinada. No es una asociación
del objeto con uno de los sentidos, es que la persona lo percibe así, su
cerebro actúa de esa manera.
4
La
sinestesia se establece desde el desarrollo de embrión, cuando puede cruzarse
nervios y centros cerebrales que procesan la información de las sensaciones.
5
En
nuestra familia son casi todos sinestésicos, empezando por Natalia, lo que
corrobora la tesis de que se trata de un rasgo dominante ligado al cromosoma X.
6
Para
Natalia el año tiene forma elíptica, en cuya órbita se ubican los años. Los
días tienen colores y tamaños. Para Katia los días tienen sus respectivos
colores. Para María
cada
día tiene un color, algunos números y meses también, y asocia sensaciones
gustativas al tocar alguna textura. Para Natalí los
días, los meses y las personas tienen colores. Ahora esa sensación la
experimenta sólo con las personas y los números, especialmente los múltiplos de
3 que son de colores cálidos. Valia asocia con colores a las personas, los días,
las canciones, los sabores, los lugares, las palabras y las emociones. Nicolás
cuando trató de beber en un tazón metálico tuvo una evocación de la infancia, y
se encontró en la casa de la abuela María tomando refresco en un vaso de
aluminio. Eso se llama “fenómeno de la magdalena de Proust”, llamado así por el
famoso novelista francés (1871-1922), autor de “En busca del tiempo perdido”.
Uno
de los personajes de la primera de las siete novelas de Proust, “Por el camino
de Swan”, está triste y moja una magdalena o galleta en té, e inmediatamente se
traslada mentalmente a Combray, un pueblito de Francia donde pasaba sus
vacaciones en su infancia. Después de Proust, muchos escritores, científicos y alguna
gente común tuvo en cuenta el fenómeno de la asociación de ciertas
manifestaciones de los sentidos con el pasado. Los primeros para usarlo en sus
descripciones y jugar con los flujos de la conciencia, los segundo para
investigar cómo y por qué de la aparición de esas asociaciones en el cerebro; y
los últimos porque entendieron que esas cosas también pasaban con ellos y supieron
que de alguna manera eran sinestésicos.
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